Cuando tienes un «Bebé de alta demanda»

Dayana Jácome

Mi nombre es Dayana Jácome, soy farmacéutica licenciada en la Universidad Complutense de Madrid, con más de 7 años de experiencia en atención farmacéutica, con masterado en Atención Farmacéutica por la Universidad de Miguel Hernández de Elche y asesora de lactancia a través de la formación Edulacta. Mamá de un niño que vino a cambiar mi vida y responsable de esta vocación tan bonita que he descubierto.

noviembre 4, 2020

{Esta es la historia de una mami real con un bebé que duerme poco y demanda mucho. Gracias Itzi por contarnos tu historia y dejarnos conocer la realidad de la maternidad cuando no encaja en «lo normal»

Espero que os guste y os quedéis hasta el final, se te pondrán los pelos de punta ] Dayana.

 

EL NACIMIENTO

Cuando hablamos de lactancia, muchas veces nos basamos en teorías, y esas teorías están muy bien ya que ayudan a muchas mujeres a saber un poquito más lo que está por suceder o lo que están experimentando. Sin embargo, muchas veces el conocimiento simple de tanta información no es suficiente en una vorágine hormonal de una mujer que acaba de dar a luz. Tú puedes saber mucho o poco, y tener mayor o menor apoyo, pero cuando las hormonas relucen y te pegas de frente contra algo que nadie te había contado, y que además, no aparece en ningún libro de texto, la hostia (y perdón por la expresión) es monumental.

Soy Itziar, e independientemente de mis títulos, soy madre de un niño de 30 meses, lactante y además de alta demanda. Creo que el termino de alta demanda lo descubrí el mismo día que nació mi hijo, y todo ello influyó después en todo lo que he vivido como mujer, madre y en mi lactancia.

Cuando nació mi hijo, Kaiet, fue un niño grande de 56cm y 4,040kg. Nació por cesárea. Este dato es necesario conocerlo ya que un bebé nacido por cesárea nace más hinchado y es pesado al instante, sin piel con piel y sin inicio rápido de la lactancia, lo cual provoca que ese peso sea completamente irreal y esté sesgado. Por lo tanto a las 36 horas de haber nacido ya había perdido 600gr de peso. Una barbaridad, se mire por donde se mire. Añadido a la perdida de peso los “niños grandes” tienen mayor riesgo de sufrir una hipoglucemia, sin embargo este dato también hay que cogerlo con pinzas. No es lo mismo un niño nacido en la semana 38 de gestación con 4kg que otro del mismo peso y que haya llegado a la semana 42+1 como fue nuestro caso. Por lo tanto la hipoglucemia en nuestro caso era una variable a tener en cuenta.

Nos trajeron la famosa “ayudita” con indicación de ofrecer 25ml a un recién nacido con cada toma de pecho. Todo aquel que sepa un poco del tamaño del estómago de un bebé sabrá que, esa cantidad es una auténtica exageración. Yo no solo me negué a ello, también exigí control glucémico cada 6 horas para el niño. Yo estaba teniendo ya subida de leche, ya que no me había despegado del niño desde que nació y la estimulación fue muy rápida. También fueron rápidas las grietas. Conseguimos el alta el tercer día con un peso de 3,660kg y en la cartilla ponía “lactancia mixta”. Jamás hubo tal lactancia. (¡Ojo! Hacer esto es un riesgo y yo me comprometí a darle suplemento en caso de que el peso se hubiese seguido viendo comprometido y/o hubiese habido riesgo de una hipoglucemia real.)

Cuando llegamos a casa y nos vimos solos, sin ayuda, empezó el calvario.

EN CASA

Nos dieron el alta a las 17.00 y nos plantamos en casa con nuestra nueva situación familiar, completamente desconocida y terriblemente asustados. El dolor de las grietas y la sangre brotando con cada toma eran insoportables, y me vi completamente sola y sin saber que hacer. Había intentado corregir el agarre como se supone que me decían, pero con la cesárea, el dolor, y la inexperiencia pudieron conmigo.

La extrema demanda de Kaiet no me daban tregua, y a las 22.00 llorando le dije a mi marido que bajase a la farmacia a por un biberón, que no lo soportaba más, que no quería seguir dándole el pecho y le pedí que se llevase al niño por que no soportaba verlo ni cogerlo en brazos.

En ese instante un mensaje llegó como caído del cielo. Mi prima mayor, con una experiencia de 6 años de lactancia me acababa de escribir, y por instinto la llamé llorando. Mi marido estaba a punto de salir por la puerta cuando decidió esperar a ver qué pasaba.

– Ponte unas pezoneras, te ayudarán. No es lo más aconsejable pero ahora mismo lo más importante es salvar esa lactancia y que tú estés bien. Sé que quieres dar pecho, y para un biberón siempre hay tiempo.

Mi marido salió en busca de una farmacia de guardia, era domingo y de noche, tarea difícil. Compró unas pezoneras. No miró talla (no sabíamos que existían), no miro marcas, ni modelos… simplemente pidió unas pezoneras y me las trajo lo más rápido que pudo. Cuando llegó (en realidad la búsqueda de la farmacia resultó una calle de distancia de nuestra casa) me coloqué las pezoneras como me había indicado mi prima y en ese instante mi bebé se puso a llorar. Me lo puse al pecho… y sorprendentemente pude soportar esa toma que duró una hora larga sin apenas molestia. Era la primera vez que no sentía dolor. Era una sensación extrañamente agradable después de 4 días de dolor, cada vez mayor e insoportable.

PRIMERA CRISIS DE LACTANCIA

 

Los siguientes 14 días fueron relativamente fáciles en cuanto a la lactancia. Yo me ponía la pezonera, y no hacía otra cosa. El tema sueño ya es otra historia. Kaiet literalmente no dormía. podía tirarse el día mamando y con los ojos abiertos como platos. Apenas dormía 20 minutos seguidos y sólo sobre mi pecho. Yo sentada y él tumbado sobre mí. Los primeros 3 meses dormimos sentados para poder dormir algo, hasta que aceptó tumbarse a mi lado acurrucado y pudimos descansar algo más.

Y entonces llegó la famosa crisis de los 17-18 días.

Creo que Kaiet siempre ha sido un bebé muy puntual en cuanto a las edades orientativas de las crisis de lactancia. Esta llegó a los 18 días exactos. Y duró 48 horas exactas. Nos pensamos que se trataba de un cólico, ya que empezó a llorar y no hacía más que pedir pecho, y llorar y pedir más pecho… esas 48 horas fueron literalmente infernales. No dormimos absolutamente ni un minuto, ni el niño, ni nosotros. Y como llegó, se fue. En aquella última toma de aquellas horribles 48 horas, y ya desesperada, me quité la pezonera convencida de que lo único que necesitaba era mamar bien, ya que sus nervios y los míos no estaban permitiendo una correcta transferencia de la leche y cada intento de ponerle al pecho era un llanto asegurado, tanto para él como para mí. Y aquella última toma dolió mucho, pero menos de lo que recordaba. Kaiet se enganchó, empezó a succionar, y se durmió.

7 SEMANAS, SEGUNDA CRISIS DE LACTANCIA

Como he comentado, mi vida consistía en dar cabezadas de 20 minutos y dar pecho. Desde que salí del hospital apenas había podido ducharme cada 10 días y lo de ir al baño a intentar hacer algo más que no fuese pis, era misión imposible. De modo que Kaiet me acompañaba al baño siempre y mis duchas consistían en bajar a la calle porteando, subir corriendo en cuanto se dormía y que mi marido aguantase andando por casa con el niño en la mochila sin parar ni un segundo mientras me duchaba en 5 minutos.

Kaiet podía pasar perfectamente 16 horas seguidas despierto. Por suerte nunca lloraba, y cuando lo hacía era simplemente por que quería teta. Porteo y teta. Jamás quiso el carro. Miraba todo con atención y enseguida se hacía entender cuando quería tomar sin  llegar a llorar.

 

Y el mismo día que cumplía las 7 semanas empezó su segunda crisis. Igual de intensa que la anterior y mucho más larga. Fueron 7 días con sus 7 noches. Pedía pecho y en cuanto empezaba a succionar se apartaba llorando como un loco, y volvía nuevamente buscando más, y nuevamente se apartaba como si le diese asco el sabor de la leche, pero a su vez con hambre.

Pese a seguir llorando con cada toma interminable, persistía en mi empeño de darle pecho. La gente de mi entorno insistía en darle biberones, en que dejase el pecho… pero yo llevaba ya varias semanas acudiendo a un grupo de lactancia y había escuchado a las veteranas cómo todo aquello era NORMAL y que llegados a los 4 meses todo mejoraba. Y precisamente aquel era mi objetivo. 4 meses, y si en ese tiempo no mejoraba, yo me rendiría. Kaiet ganaba muy bien peso y era un pequeño consuelo, al parecer no lo estábamos haciendo tan mal.

LA FAMOSA CRISIS DE LOS 3 MESES

Y seguía pasando el tiempo, y cada semana acudía sin descanso a nuestras pequeñas reuniones del que posteriormente fue «el comando teta». Cada semana veía y sentía que no estaba sola, que todo aquello que estaba viviendo era lo normal y que permitirme el lujo de maternar al 100% era precisamente lo que necesitábamos Kaiet y yo, y que en realidad todos mis miedos, inseguridades, y en general todos los sentimientos negativos que venía arrastrando, estaban ocasionados por una sociedad que no nos permite el lujo de abandonarnos completamente a la maternidad, a la lactancia, a vivir la experiencia… El entorno sólo nos habla de biberones, de tiempo para ti, de descanso para ti… pero la realidad es que ya no eres tú sola. Ahora sois una diada madre-bebé. Que esa personita que sostienes en tus brazos es completamente dependiente de ti. Que solo conoce tu olor, tu sabor, el latido de tu corazón, y que durante 9 meses ese latido ha sido su propio latido.

Antes de nacer Kaiet, mi marido y yo decidimos que fuese yo el sustento de la familia, ya que por aquel entonces tenía mi propio negocio, e iba bastante bien, por lo que pude disponer cada segundo de su apoyo sin miedo a la vuelta al trabajo.

De modo que nuevamente llegados a los 3 meses arrancó la más temida. O eso nos contaron… creo que en nuestro caso Kaiet había pasado tantísimas horas despierto y tantísimas horas al pecho de manera constante, que apenas nos dimos cuenta de esta crisis. Kaiet pasaba tanto tiempo mamando que estaba acostumbrado a estimular el pecho todo el rato, de modo que cuando empezó a cambiar la forma de producción de leche, él ya estaba acostumbrado. Jamás tuve una ingurgitación mamaria. no pasaba ni una hora entre toma y toma, por lo que el pecho nunca se llenaba y siempre había que estimular para producir más leche.

El tema de la producción es algo complejo de entender. A mí me costó bastante entenderlo y conocer los patrones de conducta de Kaiet me ayudó a entenderlo mucho mejor.

Durante los primeros 3 meses el pecho es contenedor. Está produciendo constantemente y de ahí las ingurgitaciones y las mastitis de inicio. Si el bebé no succiona hasta vaciar esa leche ya acumulada, al seguir produciendo, puede haber problemas.
Pasados los 3 meses (¡Ojo! el cambio es gradual, no repentino…) el pecho es productor. Es decir, sólo produce en grandes cantidades cuando se le estimula. Y aunque saquen leche constantemente, los bebés están acostumbrados a que salga la leche con cierta fuerza y con cierta cantidad, y esto empieza a cambiar en torno a los 3 meses, ya que ahora para conseguir esa fuerza y esa cantidad deben estimular durante unos 2 minutos para activar el llamado reflejo de eyección.

CUANDO TODO FLUYE

Y por fin llegamos a los 4 meses. Mi meta personal. Y de repente, como me habían dicho, todo empezó a ser más sencillo. Y de la lactancia fue mi último problema. A partir de los 4 meses empezaron otra serie de problemas nada relacionados con el pecho. Kaiet seguía sin dormir más de 40 minutos seguidos, y en total las mejores noches dormía unas 6-7 horas en toda la noche con sus correspondientes despertares. Le hicieron estudios de sueño y la sorpresa fue que «hay bebés que duermen y bebés que no duermen», y Kaiet simplemente era de esos que no dormía, y al pasar tantas horas despierto la estimulación era mayor, por tanto iba bastante adelantado en cuanto a desarrollo en general. Actualmente tiene 30 meses recién cumplidos y sigue sin dormir.

Cuando buscas información sobre el sueño y la gente trata de darte pautas, te das cuenta que eres muchísimo más estricta que las personas cuyos bebés duermen «bien» (entiéndase por bien que se despierten 2-3 veces cada noche y pueden hacer ciclos de sueño de 2-3 horas seguidas. De ahí en adelante siempre es mil veces mejor, lógicamente…). Nosotros desde el mismo día que nació a las 8.30 de la tarde nos íbamos todos a la cama juntos. Las siestas las hacía yo con él en la cama, a oscuras y procurando que al menos durmiese 30 minutos. Siempre hemos mantenido un orden muy riguroso para hacer que durmiese lo mejor posible. Pocas horas, pero de calidad.

Cuando inició la AC, llevaba meses preparado para ella, a falta de la edad recomendada. El desarrollo motor fue rápido en algunos aspectos y normativo en otros. Se sentaba solo con 4 meses (un día apoyó las manos y se sentó…), volteó con 2, y se puso de pie por primera vez a los 6. Sin embargo, gateó a los 9 meses y echó a andar a los 13 meses.

La lactancia tuvo sus pequeñas crisis también, pero nada que pudiese ser significativo. Aumento de demanda al año, al año y medio y a los dos años, que además nos pilló el confinamiento, lo cual hizo que fuese bastante estresante para mí esa demanda… pero la superamos y de repente todo ha disminuido una barbaridad… algunas personas me dicen que sigue tomando mucho pecho, sin embargo, acostumbrada a lo que estoy, a veces me da la sensación de que toma incluso poco.

Esta última temporada he llegado a notar incluso las subidas de leche famosas que jamás había notado hasta ahora. Mi primera y única mastitis tuvo lugar a los 19 meses, el único día en el que Kaiet decidió dormir 4 horas del tirón. Al día siguiente me desperté con el pecho inflamado, fiebre y muchísimo dolor… ¡Para un día que duerme!

Así que mami y futura mami, os prometo que una vez superados los primeros 4 meses, después todo irá bien. La lactancia no es fácil, aunque muchas mujeres suelen tenerlo realmente fácil. Lo que no se cuenta es cuando va mal, cuando se complica, cuando no puedes más… Yo os prometo que son sólo 4 meses y aunque parezca increíble, después todo compensa. Cada ratito con tu bebé en brazos, cada mirada, cada sonrisa desde la teta… Y de repente todo empezará a fluir…

Y a todos aquellos que serán compañeros o compañeras de viaje, a familiares y amigos… Apoyar a esa mujer, estar a su lado, y decida lo que decida lo único que tenéis que decirla es «LO ESTÁS HACIENDO GENIAL».

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5 Comentarios

  1. Merche

    Me encantó, y me emocioné a tal punto de casi llorar.

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    • Dayana Jácome

      Me pasó lo mismo, leer estas historias nos hacen realmente valorar la maternidad. Gracias por pasarte por aquí 🙂

      Responder
      • Carmen

        Soy mama de una niña de 6 meses y todo lo que relatas es exactamente lo que me paso a mi.

        Mi bebe nacio a las 39 semanas por cesarea tras 48 intensas horas de contracciones solo conseguí dilatar 2 cm y finalmente tuvo que ser cesarea.
        Yo tampoco tuve piel con piel, cuando me dieron a mi bebe se aferro a mi pecho succionando con tal fuerza que las grietas salieron casi al momento. Desde que nacio solo quería estar enganchada a mi y despues de varias horas empezo a cabrearse pq estaba hambrienta, tardo 7 dias en darme la subida. La primera noche fue horrible no paraba de llorar, mis pechos me dolían con locura, se lo comenté a una enfermera y me dijo que no me preocupase que con el calostro era suficiente, yo me apretaba y alli no salía nada. Pedi por favor un poco de leche y no querian darme. Al tercer dia yo no podia más, mis pechos estaban destrozados, sangrientos, mi bebe hambriento y no dormia solo lloraba. Tras explorarme varias veces vieron que no tenía nada y accedieron a darme un poco de leche, desde ese momento mi bebe se empezo a tranquilizar. Al quinto día nos dieron el alta y al llegar a casa le pedi a mi marido que fuese a la farmacia a comprar leche se formula. Yo le daba pecho y le ayudaba con 2 o 3 bibes al dia. A mi nadie me habia hablado de las crisis de lactancia y sinceramente tampoco me informe. Estuve a punto de abandonar. Por suerte un angel se cruzo en mi camino, tengo la gran suerte de conocer a Dayana, ella me hablo de las crisis, me oriento en un mundo perdido para mi y me animo a quitarle el bibe y dar solo pecho. A los 2 meses y poco ya era capaZ de dar a mi bebe solo pecho y asi seguimos, tiene 6 meses y quiero seguir dando pecho hasta que ella quiera.
        Gracias a ese ángel, no abandone y el vínculo creado con mi bebe es lo mas maravilloso que existe.mil gracias por tus consejos

        Responder
  2. Carmen

    Soy mama de una niña de 6 meses y todo lo que relatas es exactamente lo que me paso a mi.

    Mi bebe nacio a las 39 semanas por cesarea tras 48 intensas horas de contracciones solo conseguí dilatar 2 cm y finalmente tuvo que ser cesarea.
    Yo tampoco tuve piel con piel, cuando me dieron a mi bebe se aferro a mi pecho succionando con tal fuerza que las grietas salieron casi al momento. Desde que nacio solo quería estar enganchada a mi y despues de varias horas empezo a cabrearse pq estaba hambrienta, tardo 7 dias en darme la subida. La primera noche fue horrible no paraba de llorar, mis pechos me dolían con locura, se lo comenté a una enfermera y me dijo que no me preocupase que con el calostro era suficiente, yo me apretaba y alli no salía nada. Pedi por favor un poco de leche y no querian darme. Al tercer dia yo no podia más, mis pechos estaban destrozados, sangrientos, mi bebe hambriento y no dormia solo lloraba. Tras explorarme varias veces vieron que no tenía nada y accedieron a darme un poco de leche, desde ese momento mi bebe se empezo a tranquilizar. Al quinto día nos dieron el alta y al llegar a casa le pedi a mi marido que fuese a la farmacia a comprar leche se formula. Yo le daba pecho y le ayudaba con 2 o 3 bibes al dia. A mi nadie me habia hablado de las crisis de lactancia y sinceramente tampoco me informe. Estuve a punto de abandonar. Por suerte un angel se cruzo en mi camino, tengo la gran suerte de conocer a Dayana, ella me hablo de las crisis, me oriento en un mundo perdido para mi y me animo a quitarle el bibe y dar solo pecho. A los 2 meses y poco ya era capaZ de dar a mi bebe solo pecho y asi seguimos, tiene 6 meses y quiero seguir dando pecho hasta que ella quiera.
    Gracias a ese ángel, no abandone y el vínculo creado con mi bebe es lo mas maravilloso que existe.mil gracias por tus consejos

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    • Dayana Jácome

      Diosss se me saltaron las lágrimas, el mérito es todo tuyo y me alegro de que nos hayamos cruzado por el camino. Gracias a ti por haber confiado en mi y dejarme formar parte de tu circulo para crear ese vínculo tan maravilloso con tu bebé. Mil gracias de corazón por tus palabras, eres muy grande!

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